Vida de una mujer vale la mitad que la de un hombre en Irán
Domingo 15 de abril del 2007 | 12:00
En Irán las mujeres pueden mantener la custodia de sus hijos hasta los siete años de edad. El testimonio de una mujer en un juicio vale legalmente, al igual que su vida, la mitad que el de un hombre.
Son sólo algunos ejemplos de la situación legal de la mujer en el país islámico, que destacó en entrevista con EFE un representante del Centro iraní de Defensa de los Derechos Humanos, que dirige la premio Nobel de la Paz Shirin Ebadi.
Por el llamado derecho de la sangre ("diyeh"), en Irán quien mata a una persona, además de cumplir la pena correspondiente, tiene que pagar una cantidad de dinero a los familiares de la víctima.
"Y matar a una mujer, al igual que a un extranjero, cuesta la mitad de lo que vale matar a un hombre", explica el abogado del centro de Ebadi, que prefiere que no aparezca su nombre publicado debido a la presión que ejercen sobre ellos las autoridades iraníes.
Según la ley, en Irán un hombre puede divorciarse cuando quiera sin ninguna explicación, pero para que lo pueda hacer una mujer debe cumplirse alguna de una serie de siete condiciones, entre ellas, que el marido la haya abandonado completamente, sea adicto a las drogas o sufra de impotencia sexual.
Si el esposo encuentra a su mujer con otro hombre manteniendo relaciones sexuales tiene derecho legal a matarlos a ambos y, en cualquier caso, si se demuestra el adulterio la mujer puede ser lapidada hasta la muerte.
Gracias a la presión del despacho de abogados de Shirin Ebadi -la primera mujer musulmana que recibió el Nobel de la Paz- se han conseguido posponer recientemente algunas sentencias de lapidación en el noroeste y suroeste del país.
Durante la lapidación, se entierra a la mujer hasta el torso y se le tapa la cabeza con una bolsa de tela mientras los habitantes de la localidad le apedrean. Si consigue liberarse en esas condiciones queda en libertad.
A los hombres también se les puede condenar por adulterio, pero éstos tienen la potestad del llamado "matrimonio temporal" por el que se pueden casar con varias mujeres, incluso a veces durante sólo algunas horas, para poder mantener relaciones sexuales con ellas.
En cuanto a la comparecencia ante un juzgado por cualquier asunto, una mujer sola no puede testificar y deben hacerlo dos a la vez para que su palabra tenga valor jurídico.
La mayoría de edad para ser condenado y ejecutado también presenta considerables diferencias legales, según el centro de derechos humanos iraní. Los adolescentes varones tienen que ser mayores de 18 años para poder ser ejecutados, mientras que para las niñas basta con que hayan cumplido los nueve años.
Aunque esta última diferencia no está propiamente en la ley, las "fatuas" dictadas por los ayatolás tienen un valor legal superior y pueden permitir ejecutar a niñas con esa edad.
Existen cerca de 700 ayatolás en todo el país con facultades para promulgar "fatuas" sobre cualquier asunto cotidiano, grave o menor, en el que haya una disputa entre personas.
Respecto a la custodia de los hijos tras un divorcio, las mujeres sólo pueden quedarse con ellos hasta los siete años, pasando a partir de esa edad a depender del padre. Éste ha sido un avance reciente, ya que hasta hace poco las madres únicamente podían quedarse con sus hijos hasta los dos años.
Todas estas disposiciones legales se aplican de manera más o menos estricta dependiendo de la evolución del régimen.
Según los abogados del centro de Shirin Ebadi -que recibió el Nobel en el 2003 por su lucha en defensa de los derechos humanos en su país - desde el triunfo de Mahmud Ahmadineyad en las elecciones presidenciales de junio de 2005 "se ha vuelto atrás hacia los primeros años de la revolución islámica".
"Han recuperado credibilidad y poder los grupos de presión como los basiyis (milicias estudiantiles) o los Guardianes de la Revolución y los militares, que ahora están al frente de la mayoría de los ministerios y los puestos clave", afirman.
A su juicio, es muy difícil que se pueda producir un cambio en Irán "porque la gente tiene miedo y prefieren mantener lo que tienen que poner en riesgo su vida y la de sus familias".
"El miedo es mucho más grande de lo que nadie pueda imaginar", aseguran.
Fuente: EFE