“Todo empezó como un juego y nos volvimos empresarios sin querer”. Así comienza la historia de Gonzalo López (30), Juan Antonio Rodríguez (30), Manolo Ramírez (31) y Mauricio Monard (27), creadores desde el año 2007 de la irreverente productora de conciertos Punk As F**K, especializada en aterrizar en Lima a las principales bandas punk rock y hardcore del mundo.
Gonzalo López cuenta que han traído bandas de Estados Unidos, Canadá, Argentina y Chile, pero Manolo Ramírez anota que no todo fue fácil, “nos ha costado ganar prestigio en el mercado local y en Sudamérica”.
Para empezar, “el año 2006 fue nefasto debido a que algunas productoras informales estafaron a bandas extranjeras y al público pues cancelaron varios conciertos”.
GANAR CONFIANZA. A partir de esa experiencia, los socios de PAF empezaron a contactar directamente a las bandas extranjeras y a las productoras de Sudamérica. López recuerda que empezaron el negocio con sus ahorros, aunque aclara que “la productora no tenía ni tiene fines de lucro, nos volvimos empresarios como jugando”.
Aparte de sus ahorros, las deudas con los bancos también crecieron como bola de nieve al punto que ya no querían refinanciarlos. “En algunos casos hemos ido a pérdida, pero ya hemos cancelado nuestras deudas bancarias; se podría decir que por show se gana entre 10% y 15% de lo invertido”, dice Ramírez.
Agrega que dos años les ha tomado curtirse en organizar conciertos y ahora preparan para el 7 de octubre, su primer concierto grande con los históricos Bad Religion.
CON OVEROL. Los cuatro socios estudiaron para ser ingeniero de sistemas, contador, administrador y abogado, pero a la hora de “chambear” se ponen el overol y siempre se reparten funciones: Monard, por ejemplo, se encarga de recoger a las bandas en el aeropuerto y de las relaciones públicas; López se ocupa de la logística y de los equipos de sonido; Ramírez, del catering; y Rodríguez, de la logística y la seguridad.
Preparar un concierto les toma cuatro meses, en algunos casos menos tiempo, y son muy minuciosos con los permisos para cada evento. “No dejamos nada al azar”, dice Rodríguez.
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